El transito en Buenos Aires o los conductores suicidas
Muchos se discute por estos días sobre las medidas de prevención y sobre la cantidad de accidentes de transito, que nos ubican en un record mundial. Después de bastantes años retorne a manejar un auto en la ciudad de Buenos Aires. Si bien desde muy joven manejaba motos y autos al mudarme de Mar del Plata a Buenos Aires y al poco tiempo de vivir, tome la decisión de no manejar más y moverme en trasportes públicos. Mantuve muchos años la decisión hasta que otras necesidades me llevaron a volver a recorrer las calles en auto. Mi mirada no es la un conductor nuevo, sino la de alguien que retorna y se encuentra con la anomia tan común en otros ámbitos de la vida de este país pero circulando entre conductores, a veces como señalaba Sabina, conductores suicidas.
Mis primeras impresiones, unos 2000 kilómetros de recorrido, apuntan a que la problemática es mucho más compleja dado que combina:
1) aspectos que hacen a la noción de ciudadano,
2) la conceptualización del espacio público
3) la relación de los ciudadanos con la ley
4) aspectos subjetivos.
5) Espacio disponible y la cantidad de automóviles en circulación.
No creo que se resuelva, aunque ayuda, con registros con quitas de puntos o solo un aumento de las penas. El auto como otras tecnologías es una extensión de nuestro cuerpo y con ello una representación de nuestra espacialidad y nuestras concepciones sobre los puntos arriba mencionados.
Como en tantos ámbitos de la vida, se han deteriorado los códigos mínimos de convivencia en el transito. Las reglamentaciones parecen ser algo destinado a transgredir y no a cumplir y en esto hay un acuerdo tácito en muchos conductores:
Algunos ejemplos, de una lista interminable, muestran esta situación:
1) los semáforos como un inconveniente a pasar lo más rápido posible, si la percepción del conductor es que esta demorando muchos o tocar bocina o directamente pasarlo en rojo.
2) Ceder el paso no es algo que parece estar incluido en los códigos de transito para muchos conductores.
3) Superar las velocidades máximas, incluso “molestandose” si un conductor va en el carril rápido al máximo de lo permitido.
4) Estacionar en cualquier parte e ignorar cualquier código de luces, lección elemental en el aprender a conducir. Síndrome de pensarse solo en el manejo.
5) Sobrepasar por izquierda o por derecha indistintamente rompiendo convenciones.
6) No dar prioridad a los peatones o transito lento en zonas de escuelas.
El inmediatismo, el traslado de trastornos narcisistas al auto, la resolución de situaciones no pensando en todos, sino en el tiempo y las necesidades individuales
Diana Fernández Zalazar en Entrelodicho escribió Tránsito, accidentes y suicidios. Donde señala:
“…Digamos que lo que espanta, además de las consecuencias (muerte y discapacidad), es la naturalización de las conductas que llevan a estos desastres. Altos niveles de consumo de alcohol, drogas, fallas en el control de unidades de transporte público, falta de control de la situación psíquica y de trabajo de los conductores de transporte de corta, media y larga distancia y falta de acatamiento general de las normas de tránsito por la mayor parte de la población. Esta situación que si bien es por demás compleja no deja de reaparecer en el día a día e insiste en una repetición de la pulsión de muerte que muestra la cara de la impulsión y la desorganización que se evidencia en cada nuevo hecho “accidental”. Y cabe aquí pensar si realmente se puede hablar de accidentes o si podemos empezar a encontrar cierta lógica que se evidencia en estos tristes escenarios…”
Lamentablemente como el huevo de la serpiente, en el transito se manifiesta la anomia de una sociedad donde cada sujeto parece tener su propia ley y evadir la construcción social con el otro. El transito cargado de conductores suicidas es la representación de la pulsión de muerte en lo social.
Buenos Aires, es una ciudad colapsada, tanto por el tránsito, como por la cantidad de personas que hay en ella, colaborando en ello la anticuada organización vial y la actual desorganización que reina actualmente en la ciudad.