tecnología, educación y subjetividad

Hace cinco años en la mañana del 11 de septiembre

Hace cinco años me encontraba dando clases en la facultad de psicología. El tema de esa mañana era la virtualidad, las terapias con realidad virtual y la ejemplificación con el miedo a volar. Estaba en una demostración con el Flyght Simulator 2000 cuando lo real, y lo virtual se confundieron con lo siniestro. Un alumno había salido a buscar un café y faltaban algunos minutos para la mitad del curso y el café para todos. De repente la noticia, que hasta ese entonces se trataba de un avión que había chocado con una de las torres gemelas. Hasta ese momento la palabra accidente nos llevó a un receso adelantado. Y allí una vez más lo real y la realidad mediatizada por la TV nos confundía más. Las imágenes del segundo avión, con el televisor sin audio del bar, las confundimos con el primero. Fueron segundos, un siniestro dejaboo nos recorrió y no podíamos comprender que rea un atentado, que las dos torres habían sido atacadas. Que terminaba un tiempo. De regreso al curso, aún confundidos. Nos quedaba la imagen de haber comenzado la mañana, volando con el flight simulator por New York. Fin de la clase y todos a buscar más información, a intentar comprender lo siniestro.

¿Donde recibierón uds. la noticia?

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1 comentario to “Hace cinco años en la mañana del 11 de septiembre”

  1. Juliana dice:

    En mi caso no hubo una sincronicidad tan impactante pero si tuve la oportunidad de ver, primero la repetición del primer choque y luego, en vivo, la planeación del 2o avión y su posterior impacto contra la segunda torre. Recordar ese momento de hace cinco años es de por si muy extraño, acababa de dejar mi carro estacionado e iba con un compañero de trabajo a desayunar cuando nos detuvimos a ver, junto a un grupo de transeúntes cada vez más numeroso, la pequeña pantalla del televisor de la taquilla del estacionamiento. Aun sigue siendo inenarrable, sobre todo porque lo que persiste es la sensación en el pecho, el desconcierto y la sorpresa ante la confirmación cada vez más inevitable de que las peores sospechas que podíamos tener eran las que estábamos contemplando. Nada de lo que veía se relacionaba con cualquier narrativa que conociera. Tenerlo tan cerca y no poder hacer nada. No podíamos imaginar lo que a partir de entonces iba a ocurrir ni la manera en la cual impactaría nuestras vidas. Este espacio, esta manera de comunicarnos, de alguna manera le debe a ese momento parte de su existencia.

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