tecnología, educación y subjetividad

¿Y el docente donde queda?

Reflexiones como la de Castells que publiqué en el post anterior, siempre de un modo u otro hacen entrar en pánico a los docentes más conservadores. El miedo a la sustitución, a la perdida del lugar signado históricamente, al creer que el saber de los alumnos es vulgar y callejero y que hay una institución que debe corregir y encaminar, atraviesa sus cabezas y ubican en las nuevas tecnologías la causa de todos sus males. Tener un objeto que identifique los miedos, pacifica y organiza su “lucha”, claro también les quita la posibilidad de pensar que la institución educativa esta obsoleta, desde su arquitectura, sus reglamentos y sus actores. Y la peor noticia es que esto no es nuevo, solo que las tecnologías lo amplifican.

Mientras escribía este texto, Silvana Paz miembro del proyecto de investigación sobre video-juegos me envía una frase de Paulo Fraire, que no es nueva, que no la escribió a la luz de la pc, pero que sintetiza lo que este tipo de docentes no quieren entender y marca el camino a seguir:

“el maestro no puede quedarse en la vereda de enfrente haciéndole señas al alumno para que cruce la calle, tiene que bajar de la vereda, cruzar la calle, invitarlo a cruzar y juntos ir caminando hacia la otra vereda.”

Sino se quedará de este lado escuchando el rumor de los cambios, como decía un viejo bolero Vereda Tropical:

“VOY…POR LA VEREDA TROPICAL LA NOCHE PLENA DE INQUIETUD
CON SU PERFUME DE HUMEDAD. ES LA BRISA QUE VIENE DEL MAR
SE OYE EL RUMOR DE UNA CANCIÓN…”

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Sin comentarios to “¿Y el docente donde queda?”

  1. Qué cierto, qué sencillo y qué difícil de introducir en la cultura de nuestros colegas docentes.

    A propósito de este tema, esta mañana le envié a Aníbal de la Torre un extracto del prólogo de Los Alimentos Terrestres de André Gide:

    […] Y cuando me hayas leído, arroja este libro… y sal. Quisiera que te hubiese dado el deseo de salir, de salir de no importa dónde, de tu ciudad, de tu familia, de tu habitación, de tu pensamiento. No lleves mi libro contigo. […] Olvídame. Que mi libro te enseñe a interesarte por tí más que por él mismo, y luego por todo lo demás más que por tí.

    André Gide / Los Alimentos Terrestres / 1897

  2. Juliana dice:

    Vaya, con el ejemplo que das, no me extraña que se quede disfrutando del bolero. Sobre todo si está bien acompañada(o) …
    Bueno, fuera de chiste, es pertinente lo que dices, el problema es que a medida que pasa el tiempo no estamos a la misma altura de la acera y la carrera que van a tener que pegar algunos para alcanzar a sus pupilos, será grande … Repito la pregunta ¿Estamos preparados para esta velocidad? Unas caminatas diarias no vienen mal …
    Gracias mil por refrescar ese maravilloso bolero sobre todo para mi que tengo al mar caribe al frente… ;-)

    Besos

  3. Juliana dice:

    Wow. Daniel siempre “dándole en la madre” a uno. Hermosa metáfora para lo que nos toca hacer todos los días. Incluso lo digo pensando en lo que me toca al ser madre … Plaff… cachetada zen…

  4. Alvar dice:

    Que quieren que les diga, acá estoy en una escuela donde los pibes en recreo se quedan viendo videos de “agrupación Marilyn” la docente es una fenomena y deja ser su cultura “vulgar y callejera” pero cultura propia en fin… mientras intenta usar el cabri para enseñar poligonos y no es mi influencia lo que logra esto, es su clara captación de su rol y sus desafios… aca solo soy un eslabón pronto a irse (convengamos qu e trabajo para no trabajar más de esto) pero mientras tengo a mi izquierda los apuntes del profesorado y me pregunto… ¿cuantos saldremos de la sagrada institución con ganas de meternos en las calles de los chicos para caminar con ellos?
    aveces pienso que el sitema es algo ezquizo, con su personalidad escindida, fracturada y multiple… y en el medio de todo esto… estamos los docentes ya ni se si victimas, sintoma, victimario o cura

  5. […] al tema del miedo, que no es más que resistencia a perder cuotas de poder, miedo a tener que cambiar, miedo a […]

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