La educación que no es y el discurso inaugural de Cristina

De todas las definiciones que tomo en su discurso la flamante presidenta, quizás lo más fuerte fue su referencia a la educación. Lamentablemente en muchas oportunidades el gremio docente es autocompasivo y orienta sus reclamos a una cuestión salarial. La educación es una cuestión compleja y como señala Diana Fernández Zalazar en Educación pública: maestros que saben, trabajan y familias comprometidas, el problema no puede quedar en manos sólo de los docentes. La distancia existente entre la complejidad del conocimiento a nivel mundial y la versión que se ¿distribuye? por las escuelas es de una magnitud tal que el atraso da pavor. Insistir con capacitaciones leves, que suman puntaje pero no saberes. Insistir con predisposición a la fórmula única sólo produce más alejamiento de la escuela con las competencias necesarias para el mundo laboral y para comprender la ciencia y la tecnología en un mundo globalizado.

Por eso sorprende el arrebato de sinceridad de la presidente y deja abierta la puerta para tomar medidas no cosméticas sino de transformación para corregir su diagnostico:

“Pero también quiero decir que aquella educación pública no es la de hoy. Quiero decirlo con valentía porque lo siento. Yo me eduqué en una escuela donde había clases todos los días, donde los maestros sabían más que los alumnos, donde nosotros teníamos que estudiar todo el día para poder aprobar y pasar (APLAUSOS), porque creíamos en el esfuerzo, porque creíamos en el sacrificio. Lo recuerdo como si fuera hoy, seguramente mi madre aquí también me recuerda, horas sentadas estudiando. Porque no hay financiamiento estatal que valga. Podemos destinar no seis puntos del Producto Bruto, podemos destinar diez, pero si no hay capacitación y formación docente, si los alumnos no estudian, si la familia no se hace cargo, en fin si todos no trabajamos y nos esforzamos y cooperamos en lograr el bien común, va a ser muy difícil no solamente lograr una mejor calidad de educación sino también seguramente un mejor país. Y a eso los convoco a todos, a los padres, a los alumnos, a los docentes, a una escuela pública diferente.”

Schopenhauer decía “No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige.” Allí radica quizás el problema fundamental de la educación con maestros y profesores con formaciones débiles pero sobre todo sin saber hacia donde hay que enseñar. Repitiendo lo aprendido, o como señalaba Freud “haciendo activo lo que se sufrió pasivamente”. Un ejemplo claro es la distancia que existe en la supuesta matemáticas que se dicta en las escuelas y el campo de las ciencias formales. Adrian Paenza se refiere a esto al decir:

“”¿Cuántas veces vamos a seguir haciendo ese diagnóstico de situación sin tomar cartas en el asunto?, ¿qué modificaciones hemos hecho en el sistema educativo durante los último 20 ó 30 años como para intentar modificar ese estado de cosas?”, “Sospecho que estamos enseñando una matemática de hace 400 años, que está alejada de los problemas cotidianos y que no tiene en claro que a los estudiantes se les está dando respuestas a preguntas que ellos no se hicieron. Y en la vida, primero vienen los problemas y después las soluciones”.

Por ultimo está la familia que ha delegado en la escuela toda responsabilidad y a su vez los padres se creen con autoridad para juzgar lo curricular, pero sin involucrarse en sus propios desconocimientos, sin comprender que el aprendizaje continuo no es una cuestión reclamativa y que la ignorancia y el atraso de la escuela se suma al atraso de padres que se formaron en otra época y consideran, salvo que se dediquen alguna actividad intelectual, que el tiempo de aprender ya lo pasaron.

Antes me halagaba que los visitantes a mi casa, padres de compañeros de mi hija, se sorprendieran de la cantidad de libros que hay, hoy me horroriza y más cuando me preguntan si los he leído.

Sólo cuando la educación se convierta en una causa nacional el cambio podrá se viable pero se necesita la sinergia de todos los sectores. Por ahora como novedad tenemos la inclusión del problema en un discurso presidencial, lo que no es poco, quizás un buen comienzo.