tecnología, educación y subjetividad

Una biblioteca en venta habla de su dueño

librosCuando fui a comprar el diario al kiosco habitual de los veranos en Mar del Plata, me encontré con una cantidad inmensa de libros usados, incluso colocados en una biblioteca pequeña en el kiosco. No pregunte por el dueño de esos libros, sino fui conociéndolo al recorrer con la vista los lomos de los libros. Nuestros libros hablan más de nosotros que nuestros amigos más íntimos. Debo reconocer una sensación agridulce mientras oteaba por los títulos. Una hipótesis me surge rápido el dueño murió y los herederos no comparten su pasión por los libros. El hombre era sin duda un arquitecto, por la proliferación de libros de arquitectura y de arte. Lector de clásicos y de poesía e incursionador en temas de filosofía. Sin embargo abierto a las nuevas tendencias de su época. Lomos amarillos y colecciones históricas habitan este pequeño escenario atiborrado de libros, que hoy conviven con las revistas de actualidad y los  diarios.

El joven que atiende el kiosco me aclara los precios 2 , 3, 4 y 10 depende del libro. Una primera mirada mercantil, me demuestra que los valores han sido puestos en la primera hoja, en relación al tamaño del libro. El joven desconoce el contenido, que se exhibe casi obscenamente a menos de 3 dólares. Para aclararme el panorama me  avisa que si llevo muchos el precio baja.  Sigue su oferta mostrandome colecciones de cd, “en buen estado” donde en la pila de adivina la novena sinfonía y  algún Malher .

 

Me alejo del kiosco habiendo comprado la primera edición de “Por art”, de Oscar Massota y prometiendo volver. De hecho había llevado dinero solo para el diario y con monedas complete la compra, debiendo algunas. Me lo dio igual, se notaba el apuro de sacarse de encima todos esos “molestos libros viejos”, que ocupaban lugar en la geografía de su kiosco. O quizás un trabajo lento pero eficaz del olvidar al dueño de la colección, que insiste en vivir en las letras adquiridas, en las marcas de sus lecturas.

 

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Sin comentarios to “Una biblioteca en venta habla de su dueño”

  1. Juliana dice:

    Hola Carlos:

    Te podrás imaginar (sé que sí) todas las repercusiones que este post tiene en mi, que además me dificulta decidir por dónde empezar. Los libros parecen cobrar una vida muy particular de la mano de sus “dueños”. La lectura se transorma no solamente en un trabajo no solamente intelectual sino también sensorial. probablemente al escudriñar un poco más esos volúmenes pudiste aprender otras cosas del dueño de aquellos libros, de las obsesiones, pasiones y pensamientos que suscitaron aquellas páginas en él. Por otro lado está todo aquello que, marginal y para muchos invasivo, preña al libro de la identidad de su lector: subrayados, escritos al margen, la firma o un ex-libris, todo eso nos hace recorrer una vida aparte de la que ya pueda narrar el libro del cual nos ocupamos.
    No lo dices pero incluso yo desde aquí puedo sentir aquello como una suerte de afrenta o irrespeto a un legado que resulta casi sagrado: la memoria del lector queda como un sello y cuando me refiero a irrespeto lo hago pensando en que quien, en este caso, los está vendiendo no los valora. Bien para un comprador, podría decirse, pero allí como librera y lectora amante de los libros agrego sé que no hay nada mejor que el libro esté en manos de quien de verdad lo valora y casi lo venera. vender los libros por peso o por tamaño es propio de quien no reconoce la importancia de la letra, y en ese caso, aquel joven poco sabrá, incluso, de qué es lo que vende.
    La anécdota me fascina: ¿será que podrías hacer una foto del kiosko y, por supuesto, de los libros? sería fabuloso …

    Besos

  2. Carlos Neri dice:

    Exactamente cuando miraba los libros y el post se me configuraba en la cabeza , pense en vos y en un amigo que tiene una de las denominadas librerias de “viejos” en Buenos Aires. El va con su hermano a comprar a las casas y la experiencia sin dudas debe ser mayor el entorno donde se desarrolló la experiencias textuales. Tambien pense en las paginas webs que vamos dejando, por allí y por allá, aquellas que ya no usamos y que una busqueda en archive.org nos delata nuestro pasado digital
    besos
    Carlos

    Voy por la foto

  3. Juliana dice:

    Si, el tema de los llamados “libros de viejo” es fascinante por muchas razones. Nosotros en la librería hemos destinado una sección completa a los libros usados y las fuentes son múltiples y variadas: desde los netos que vienen a ofrecer los libros del abuelo, pasando por los buhoneros y las librerías propiamente de viejo hasta las propias bibliotecas en las que despues de dudarlo mucho somos capaces de desapegarnos de un volumen para ver contento a un cliente. Acá en Caracas hubo una librería llamada Soberbia dirigida por las Pardo, dos hermanas solteronas, afrancesadas descendientes de próceres que, habiendo tenido que cerrar su local por razones de renta, mantienen en una vieja casona aún un par de habitaciones destinadas a mostrar y vender libros usados o antiguos o de viejo. Cada uno de ellos con una historia detrás; y no son pocas las anécdotas de quienes, husmeando en puestos de libros debajo de un puente, han encontrado o bien sus propios libros o los libros que ellos habia dedicado a algún amigo.

    Por cierto, y ya que estás de vacaciones, busca (si no lo has leído) La neblina del ayer de Leonardo Padura en la que, tanto el crimen como el detective, tienen que ver justamente con bibliotecas y legados. Si no lo conoces seguro que lo vas a disfrutar. Está en Editorial Tusquets. Ya me contarás.

    Besos y espero la foto! ;-)

  4. Adriana dice:

    Carlos y Juli:

    Leer el artículo me dio una tristeza inmensa. Esos libros no tienen precio, por lo menos para mí. Se le puede poner precio a todo lo que mencionaron? Recuerdos, vivencias, sensaciones.
    Por otro lado pienso, menos mal que esos libros te buscaron Carlos, creo que no podrían estar en mejores manos.

  5. eraser dice:

    Me he permitido, citarle en mi blog…precioso post

  6. cyber dice:

    Entrañable tu reflexión sobre la posible personalidad del verdadero dueño de esos libros. Dueño cuya memoria ha profanado aquel que ha vendido al kiosquero lo mejor de la vida íntima de una persona seguramente culta y sensible…es algo así como tomar la mente de alguien y venderla “al peso”, en trozos de “peso” facilmente vendible.
    El legado se esparcirá entre muchas personas tal como las cenizas que se esparcen son asumidas por la naturaleza y asimiladas en distintos seres vivos, las cenizas de un cuerpo dan vida a otros cuerpos. La mente de esa persona dará vida a otras mentes. Visto así, no suena tan trágico.

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