tecnología, educación y subjetividad

Erotismo y redes sociales

Este post es el primero de una serie sobre la subjetividad y las redes sociales en la web. En las redes más generalistas como pueden ser hi5, netlog, myspace, el objeto a compartir fundamental es la foto. Es la que comunica y juega en oposición con el perfil.

Haciendo un breve recorrido por los perfiles uno se encuentra con una sensualidad en mujeres y hombres estandarizada. Fotos cercanas a una cama o sobre la cama. Juegos con los espejos. Escotes, piernas y músculos, parecen mostrar (demostrar) un erotismo que viralmente se repite y termina a lo largo de los perfiles pareciendo una sola imagen. Ya Barthes en sus estudios sobre la fotografía señalaba:

“las más vivas heridas provienen más de lo que se ve, que de lo que se sabe”.

Y como agrega IVan Ruiz en La pornografía del otro

“…Es decir, en su aspiración de ornamento, la imagen es sórdida en la medida en que muestra con descaro e inteligencia esa fase de divinidad absoluta en la que el amante se reconoce como excluido o exiliado (abstraído por la belleza que contempla), creando así una fractura en la percepción del deseo…”

No se trata de pornografía, ni de bellos cuerpos que se exhiben. Se trata de una imagen de gente común, que transita nuestras calles y que en estos sitios decide comunicarse con el otro, fundamentalmente a través de fotos, que muestra su cotidianidad, su condición erótica, de un modo de pose, desde una concepción de lo erótico, de tapas de revistas y televisión, desde un como debe ser. Esto alcanza grados de mercantilización al someterse votaciones de quien es mas o menos sexy. Como señala Fabian Gimenez en Erotismo, pornografía y obscenidad en la mirada fotográfica

“…Asimismo, Roland Barthes –quien fuera uno de los más entrañables maestros de Baudrillard- señala algo similar en sus notas sobre la fotografía, “el cuerpo pornográfico, compacto, se muestra, no se da, no hay ninguna generosidad en él” , es decir, la hipervisibilidad convierte al cuerpo en un monstruo sin deseo, la imagen no se nos entrega -en el sentido erótico de la expresión- simplemente se nos muestra en una suerte de exhibicionismo monstruoso. No es raro que la palabra monstruo provenga del latín monstrum, aquel que se muestra, que no puede ocultarse de las miradas, de nuevo, nos topamos con lo obsceno en términos de representación, el monstruo nos remite a unos signos excesivos, un zoom que hace del cuerpo un objeto demasiado visible, signos que Barthes asocia a un “erotismo pesado” -compacto e inmóvil- que deja poco espacio para la liviandad del deseo, su sutileza, su carácter evanescente que se dibuja sobre un fondo de ausencias, de fragmentos liberados de la aparatosidad de lo pornográfico…”

Sin buscar producir pornografía muchos usuarios de estos sitios terminan con sus fotografías y sus cuerpos exhibidos mostrando un sujeto atrapado en las redes de las imágenes sociales de lo que debe ser el deseo, que es lo mismo que decir trasgresión domesticada.

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