tecnología, educación y subjetividad

Parte 2: Comprate una vida o los avatares de la identidad en las redes sociales.

foto de Mia Farrow protagonistaEn la primera parte del artículo abordamos un caso de suplantación de identidad en las redes sociales, que sin llegar a ser un robo de identidad, convivían el perfil real con falsos perfiles.  El objetivo de esta segunda parte son los perfiles creados desde cero, que si bien toman fotos de personas existentes o no, generan una identidad completa falsa. Los objetivos son diversos desde tedio, probarse con otra identidad donde se altera edad y género, un baile de disfraces, como se caracterizaba en tiempos del chat por irc, donde todo se sostenía en un Nick. Delitos como la pedofilia, donde se hacen pasar por niños, participantes en foros que quieren opinar e inducir a la gente a sus posturas. Ataques personales o espionaje amateur de una persona, en este caso el perfil inventado conoce al otro. Aprovechamiento de situaciones de vulnerabilidad afectiva  de las personas, esto se observa en las redes sociales de contactos o citas, que van desde enamorar a otro hasta actividades delictivas para estafas o aprovechamiento de personas. Un listado más completo pueden encontrar en: motivos para crear un perfil falso en Internet.

Mentir la identidad no es propiedad de las redes sociales, preexiste y sobran casos en la vida real para ejemplificar. Pero las redes sociales más populares son débiles en mecanismos de validación de la identidad. Mientras redes más profesionales requieren datos y confirmación de datos desde varias personas para validar sea un lugar de trabajo, una publicación, o la misma validación de otros usuarios, al menos 6 por ejemplo, que ya están validados, para confirmar un perfil. Nada de esto ocurre ni en twitter, ni en Facebook, ni en ninguna de las redes sociales de contactos o citas.

Prevenir esta situación requiere de acciones que sustituyan las debilidades de las redes sociales y nos obliguen a realizar investigaciones sobre la veracidad   del perfil. El programa Catfish (pez gato) que se emite por MTV se dedica a detectar creadores de falsos perfiles y ayudar a parejas que se han conocido por internet a confirmar si con quien han estado hablando son reales o un pez gato. En Wikipedia definen la situación como:

“…En Internet, un “pez gato” (en inglés catfish) es una persona que crea perfiles personales falsos en redes sociales, que pretende ser alguien diferente exteriormente apelando a su verdadero yo, con fotos de otras personas e información biográfica falsa. Estos “pez gato” por lo general tienen la intención de engañar a una o varias personas inocentes para que se enamoren de ellos. El término “pez gato” se deriva del título de una película documental de 2010, en la que el cineasta Nev Schulman descubre que la mujer de veintipico años con la que había estado llevando a cabo una relación en línea, era un “pez gato”. MTV y los productores del documental Catfish, Schulman y su amigo, el cineasta Max Joseph, ayudan a parejas que no se conocen en la vida real. Ellos quieren saber si la persona con la que han tenido una relación emocional profunda son reales, o si solo son, un “pez gato”. Algunas parejas han estado juntas durante unos meses, mientras que otras, desde hace años”

Si bien el programa solo alude a relaciones amorosas, como hemos señalado la problemática de relacionarse con un perfil falso va más allá de las mediaciones afectivas, abarcando incluso las económicas, las que hacen al honor de una persona, la laborales entre otras. Se trata de una problemática multidisciplinaria que al menos permite un trabajo entre psicólogos y abogados.

Ejemplificaremos con un catfish particular por el cual fui consultado y que afectaba a una persona y por las consecuencias a toda su familia y grupos de pertenencia. Como en el primer caso hemos cambiado los nombres y lugares preservando la identidad.

Nuestro catfish norteño

Como en muchas localidades pequeñas de argentina alejadas de las grandes urbes, la vida transcurre con un fuerte componente de interrrelaciones personales, donde todos se conocen, todos saben los parentescos y las relaciones entre ellos.  La caldera del diablo “Peyton Place”,  era el nombre de una serie de los años 60, que daba cuenta de la vida en un pueblo y el modo en que se cumplía aquel dicho popular de “pueblo chico, infierno grande”.

Adela 37 años, casada,  oyente del programa de radio que emitimos los viernes,  comienza a recibir propuestas amorosas de un contacto en Facebook, que había aceptado porque era contacto de otros contactos suyos, todos de la localidad donde vive, a pesar que la foto del perfil era la de un payaso. Este contacto parecía conocerla, más concretamente tenia datos suyos.  Ante la negación de Raul Alberto, a entender que no había espacio para sus propuestas, la única decisión posible, ante la insistencia era bloquearlo y eliminarlo de su Facebook. Si bien para muchos esto termina con el problema. Sin embargo el sujeto comenzó a publicar en su perfil cuestiones como:

“Adela, sabes que te amo y que la hemos pasado muy bien juntos”. Como señale había contactos en común y esto podría convertirse en un “reguero de pólvora” con al menos alguno que lo creyera y atravesara la inexistente barrera de la vida en las redes y la vida en el pueblo.

En este punto y desesperada, junto a una amiga es cuando me consultan y comenzamos a diseñar una estrategia que si bien particular a este caso, en algunos aspectos es generalizable.

1)  Le pedí dos cosas, tranquilidad, no desesperarse y que me confirme la inexistencia de cualquier vínculo con el sujeto.

2)  A sugerencia de Adela comunicó a sus contactos de Facebook, la existencia de un sujeto de miente sobre ella.

3)  Informar a toda la familia de la situación.

A partir de allí comenzaba todo el tema más técnico análisis de los contactos, las publicaciones, los intereses, aunque sea falso son de quien escriben, siempre hay algo de verdad en las mentiras. Al informar de toda la situación a su esposo particularmente, desarmábamos un posible objetivo del falso perfil y uníamos a todos en esta situación.

Una de las cuestiones que les sugiero es no pensar en lo que dice ser, sino pensar abiertamente: permanentemente me decían, este hombre, este hombre y yo le digo no descartemos que sea mujer y cercana.

Sorprendentemente descubren que el perfil de Facebook tiene el teléfono, cosa que era impensable en alguien “falso profesional”, el paso siguiente que dieron fue llamar, cosa que hizo el esposo y atendió su cuñada, que corto inmediatamente. Los motivos, las razones de haber creado un perfil para difamar, son del orden privado de esa familia, como la torpeza de difamar poniendo el celular, pero muestran como las modalidades de venganza o desprestigio pueden usar las redes sociales y cierta inocencia de la gente para aceptar contactos.

Que queda de esto como común a todos,

1)  No aceptar  contactos cuya foto sea un icono de la cultura, en la mayoría de los casos son falsos perfiles

2)  Ante la duda, analizar los contactos y las publicaciones, consultar a contactos de confianza en común

3)  En caso de tener foto, descargarla y buscar en google imágenes, subiéndola, de quien es, en la mayoría de los casos, obtenemos la persona, generalmente de otro país que sin saber está aportando “la gráfica” al falso perfil.

4)  Denunciar el perfil en la red social y que los contactos en común también lo hagan.

5)  Bajo el  nombre que da, googlearlo, ver si existen perfiles con actividades similares a quien dice ser.

La lista podría ser interminable pero fundamentalmente la mejor estrategia es mantenerse tranquilo, no desesperarse y actuar.

En las redes sociales, en los chats, salvo cuando existe un vínculo constituido con otro, verificado si es de la red , no plantear situaciones que muestren vulnerabilidad afectiva, esa vulnerabilidad del tipo estoy solo/a, tengo problemas con mi pareja, me voy a divorciar o las que se les ocurran son el alimento de los depradadores de la red. Cuando no encuentran nada de eso, se van porque allí no hay “simbólico” para comer.

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