tecnología, educación y subjetividad

Respondiendo a la era de la distracción con atención

En ciberescrituras Juliana publica un tema que es por demás polémico “La era de la distracción o cómo nuestra vida online afecta nuestra vida offline” tomando en referencia al artículo de Paul Hartzog, The age of distraction. Los desarrollos tecnológicos van incorporándose a la vida cotidiana de una manera que terminan indiferenciándose y en el mejor de los casos logrando un grado de invisibilidad. Quizás el concepto más cuestionable de este artículo sea la separación y su aceptación de una esfera virtual y otra real. Y su consecuente falta de incorporación en un proceso mucho mayor como es los desarrollos científicos-tecnológicos y la etapa actual del mercado. Centrar la atención de las supuestas distracciones es olvidar que la supuesto atención perdida formaba parte de otro tiempo histórico. El mismo ámbito de lo publico y de lo privado se han visto atravesados por estas tecnologías y redefinidos por lo que para las nuevas generaciones, nativas de la tecnología como suele decirse por allí, para las cuales no hay diferenciación entre real y virtual sino continuidades. Diríamos que los procesos que el autor denomina multitaking son parte de las fragmentaciones y de la forma de la circulación de las mercancías y los sujetos en esta etapa del capitalismo. Juliana en su artículo sintetiza

“Como consecuencia de la existencia de esta atención continua parcializada, nuestra habilidad para concentrarnos durante largos períodos de tiempo en una sola tarea, se ha visto afectada. Para Hartzog: “el uso de tecnologías como RSS y teléfonos celulares nos ha entrenado para estar permanentemente alertas y a la búsqueda de distracciones…”

El tema que la atención, la concentración, la memorización, eran elementos valiosos en otra etapa. Esta este tiempo de virtualziación de la vida cotidiana y de realismo de los desarrollos tecnológicos forma parte como lo señalamos con Narciso Benbenaste en Video-juegos: un análisis psicoepistemológico, de un continuo:

En la actualidad se puede apreciar que los niños juegan con computadoras, más tarde la usarán en la escuela y, prácticamente cualquiera sea el ámbito laboral que de adulto elijan, de uno u otro modo, se encontrarán con procesos computarizados. Esta universalidad alcanzada por la tecnología computacional y sus vastas implicancias psicosociales y educacionales es lo que justifica constituirla en objeto de estudio. “.
Se trata pues de encontrar nuevas didácticas y nuevas formas de comprensión de los procesos educativos en referencias a estas nuevas habilidades y no centrándonos en elementos valiosos para otra época

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Sin comentarios to “Respondiendo a la era de la distracción con atención”

  1. Juliana dice:

    Hola, Carlos:
    La verdad es que, como dices, se trata de un tema muy polémico que nos ubica en la dicotomía de los que tu llamas dos momentos y que para mi, siguiendo a Sherry Turkle, tienen como bisagra una pantalla o las múltiples pantallas que usamos en nuestra vida cotidiana y que nuestro hijos (nativos tecnológicos, o como los llamen) incorporan de una manera natural a su comportamiento cotidiano, “normal” (sí, normal).
    Te dejo por lo pronto, una cita de Turkle que añade algunas cosas interesantes: “Windows have become a powerful metaphor for thinking about the self as a multiple, distributed system,” Turkle writes. “The self is no longer simply playing different roles in different settings at different times. The life practice of windows is that of a decentered self that exists in many worlds, that plays many roles at the same time.” Now real life itself may be, as one of Turkle’s subjects says, “just one more window.”
    La verdad es que todo esto da para muchos más posts

    Saludos,

  2. Carlos Neri dice:

    exacto lo que me señalas de la “amiga” Turkle pero hay un punto que deberiamos tenes ten cuenta la noción de rol. `producida por la sociologia no es igual a sujeto. Es allí donde la igualación por las corrientes norteamericanas produce una confusion entre lo subjetivo y lo social.
    Como aporte a esta discusión dos parrafos extraidos de The Matrix, o las dos caras de la perversión de Slavoj Zizek, cuya visión como el aconseja en estos temas es tan consevqadora como la de Chaplin ante el cien sonoro:


    Cuando vi The Matrix en un cine de barrio de Eslovenia, tuve la oportunidad única de sentarme al lado del espectador ideal para la película, es decir, de un idiota: un hombre que rozaba la treintena, sentado a mi derecha y, tan absorto en la película, que constantemente molestaba a los otros espectadores con exclamaciones como: «¡Dios, la realidad no existe!»… Sin duda prefiero esta ingenua inmersión en la película a las interpretaciones intelectualoides y pseudosofisticadas que proyectan sobre la ella refinados matices filosóficos o psicoanalíticos.”

    “…Es ésta la mejor manera de entender Matrix: en esta yuxtaposición entre dos aspectos de la perversión: por un lado la reducción de la realidad al mundo virtual regulado por reglas arbitrarias que se pueden suspender; por otro, la verdad oculta de esta libertad, la reducción del sujeto a una pasividad absoluta e instrumentalizada”

  3. Juliana dice:

    Hola, como te decía off post, he estado estos dos días reflexionando sobre este tema y tratando de buscar un asidero que me permita pasar a otra idea sin perderme. De entada, agradezco enormemente el recordatorio de los riesgos del funcionalismo parsoniano, que, si bien, nos sirvió perfectamente para ubicarnos en entender una cierta manera de ser en el mundo, justo en este nuevo ser en el mundo de la Web 2.0 trastoca todas esas certezas.
    La perspectiva de Zizek, perfectamente válida pero reduccionista, me recuerda mis primeras lecturas marxistas y el aprendizaje de ciertas categorías como la alienación y la ideología. Siento, sin embargo, que esa explicación tambien se queda corta, porque si bien la vivencia de un cierto “olvidarse de sí” en la experiencia de la virtualidad no es necesariamente una negación de sí, sino más bien una apertura a un otro si mismo.
    Hablas de roles y ya sabemos que en el ciberespacio ellos se diluyen o multiplican en esa construcción de mundos paralelos que, incluso, están siendo muy bien aprovechados por ciertas industrias (pienso, por ejemplo, en Halo y en el paradigmático Second Life). Me gana la idea del yo como construcción y, sobre todo la idea de que la identidad y la visión del mundo de alguna manera se trastocan, trastornan, transforman dependiendo de la perspectiva del sujeto que, por supuesto, depende del lugar desde el que mira, vive, siente el mundo que le rodea y a los otros.
    Quería ser muy lógica y creo no haberlo logrado del todo, pero es una reflexión que quisiera continuar.
    Salut! (¿Qué dirá el profesor Hartzog de este divagar?)

  4. Carlos Neri dice:

    Es que el punto de referencia que me llevo a la oposicion a la noción de rol es exactamente una mirada donde el yo es construccion no un punto de partida sino de llegada. No hay identidad dada ni unica, ni fuera de un proceso social, pero no a la manera de cierta aplicación de la noción de ideología. Coincido contigo que no es trasladando elementos de teorias que se va a explicar el ciberespacio pero tampoco es dandole una entidad de virtual como especial. Phillipe Quéau , señala acertadamente que los mundos virtuales, y yo agrego, las comunidades virtuales, las paginas WEB y todo los recursos de Internet, que ponen en juego interacción entre sujetos, tienen status real, por lo tanto, la cuestión es el tipo de mediaciones que se plantean entre reales, algunos con soporte numérico o también denominadas imágenes sintéticas. Ya que estamos elevando el nivel del debate te incluyo la cita completa:
    “La palabra virtual proviene del latín virtus, que significa fuerza, energía, impulso inicial. Las palabras vis, fuerza, y vir, varón, también están relacionadas. Así, la virtus no es una ilusión ni una fantasía, ni siquiera una simple eventualidad, relegada a los limbos de lo posible. Más bien, es real y activa. Fundamentalmente, la virtus actúa. Es a la vez la causa inicial en virtud de la cual el efecto existe y, por ello mismo, aquello por lo cual la causa sigue estando presente virtualmente en el efecto. Lo virtual, pues, no es ni irreal ni potencial: lo virtual está en el orden de lo real.” (Queau, 1995: 27)

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