De museos, cámaras digitales y prohibiciones
El domingo por la tarde fui al museo de Quinquela Martin en Buenos Aires. El motivo de esta visita se debe a que mi hija de cuatro años luego de una visita con su escuela quedo muy entusiasmada con la obra del pintor y nos pidió volver a visitarlo en familia. Una vez en el museo tomé algunas fotos digitales con la cámara, generalmente familiarespor ejemplo la niña junto a un cuadro, hasta que se me acerco alguien del museo y me recordó la prohibición de tomar fotografías. Ya aquí comienza este comentario más relacionado con los argumentos de la empleada que expendía las entradas. Al retirarme le consulto cual es el motivo de la prohibición y comienza a darme una serie de argumentos no solo obsoletos sino tan aprendidos por “obediencia debida” que no se sostenían desde una argumentación Lógica1. El tema son los derechos de autor. Le señalo que en Internet existen muchas reproducciones de Quinquela Martin y si quisiera allí las obtendría sin necesidad de dedicar un domingo a la tarea o scaneando cualquier reproducción libro de los que venden en el museo.2. Me dice que la curadora del museo sostiene que fotografiando los cuadros estos se arruinan. Argumento que me recordó la creencia de los indios que al fotografiarlos se le roba el alma. Una compleja teoría de la luz del flash repetida de memoria. Le comento que no estaba usando flash y que muchos turistas fotografiaban con sus celulares.
3. El último argumento supero mis expectativas, al ver que los anteriores eran francamente inconsistentes, surgió el tema del patrimonio del museo y me agrego que si quería fotografiar las exposiciones no permanentes no había problema (es decir que contradiciendo toda lógica las obras de otros pintores no tendrían derechos ni las arruinarían las fotografías.
Para finalizar le comento que la prohibición no funciona en todos los museos de la ciudad de Buenos Aires. Que como profesor de la Universidad de Buenos Aires, he realizado trabajos fotográficos sobre museos. Y allí ante mi sorpresa, sin inmutarse tira por la borda, los argumentos 1,2 y 3 y me dice, – ah con autorización no hay problema, porque no la pide al gobierno de la ciudad. Le digo para concluir el dialogo: porque estaba llevándome de recuerdo una foto de mi hija junto a su cuadro favorito.
